Una reflexión desde el quehacer extensionista: el “plus” de lo comunitario

Autores/as

  • Juan Manuel Fidel Marone Facultad de Psicología, Universidad Nacional de La Plata
  • Joaquín Bartoli

Palabras clave:

extensión, psicología comunitaria, plus

Resumen

El trabajo se enmarca desde dos proyectos de extensión: “Trayectorias Educativas III” de la Facultad de Psicología de la UNLP, que desde el año 2017 da continuidad a las actividades desarrolladas en torno al fortalecimiento de las trayectorias educativas de estudiantes de tercer año de la Escuela N°9 de Ensenada (EES Nº9); y “Trayectorias educativas en el ciclo superior” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, cuyo principal objetivo radica en estimular la continuidad de los estudios secundarios hacia el nivel superior en estudiantes de la EES Nº9.

Se pretende dar cuenta de algunos aspectos que se presentan durante la ejecución de ambos proyectos (en particular) y en nuestra labor como extensionistas (en general): el trabajo de campo y la especificidad del método de la investigación acción participativa y la dificultad para la sistematización de nuestras prácticas debido al “plus” que presenta lo comunitario, y que escapa a su objetivación teórica.

Consideramos que el área de la psicología comunitaria implica un cierto aspecto de vacancia en la formación profesional de psicólogos y psicólogas de la UNLP. Existe una gran diferencia entre el contenido curricular dedicado a trabajar la formación en abordajes más individuales, que en abordajes colectivos o comunitarios. A pesar de esto, el espacio ofrecido en el área de extensión implica una posibilidad de formación en abordajes comunitarios; desde un proceso que va más de lo práctico a lo teórico que de lo teórico a lo práctico, las diversas actividades realizadas en los distintos proyectos de extensión permiten pensar el accionar del psicólogo inserto en una comunidad y en articulación con los actores de la misma.

El “plus” al que aludimos se hace presente para quienes a partir del trabajo de extensión pretenden, de algún modo, objetivizar y/o comunicar su experiencia, como un resto que escapa a lo posible de teorizar; algo de la especificidad de los abordajes comunitarios que los vuelven inagotables desde la teoría. Con frecuencia, se definen a los abordajes comunitarios en el campo de la salud como acciones que pretenden lograr condiciones de posibilidad para la mejora de las condiciones de vida. Sin embargo, estas nociones suelen estar cargadas de cierta ilusión de homogeneidad respecto a la actividad a realizar y los objetivos perseguidos (Ferullo de Parajón, 2006). En consecuencia, muchas veces, el marco teórico o las nociones de referencia con las cuales se abordan las problemáticas presentes en el campo de trabajo, requieren ser re-pensadas y modificadas a lo largo de la práctica y en conjunto con la comunidad; lo mismo sucede con los objetivos pensados y los resultados previstos.

El acceso de una realidad compleja y multideterminada de la Escuela N°9, como con cualquier otra institución, lleva  a la necesidad de recurrir a lecturas que incluyan lo interdisciplinario (en nuestro caso desde aportes del campo de la comunicación/educación y de la psicología) como también la información de la cual dispone la comunidad como tal. Esta lectura heterogénea de la realidad problematizada, no es posible de hacer con anterioridad; es impredecible y requiere del trabajo en situación, lo cual demuestra las limitaciones de un proceso que parta desde la teoría y los conceptos intentando comprobarlos luego en la realidad efectiva.

Así, prácticas comunitarias implican espacios de encuentro entre profesionales, estudiantes, operadores sociales y personas que forman parte de la comunidad, como actores que habitan el territorio material y simbólico en el cual se desarrolla el plan conjuntamente diseñado, pensado en términos de emancipación (Lodieu, 2012). La posibilidad de lograr resultados emancipadores es un efecto que muchas veces surge desde lo impensado, lo impredecible y que no es posible de delimitar únicamente en lo teórico, significando una verdadera experiencia práctica.

La psicología comunitaria posibilita así aportes para generar redes junto a los actores de la comunidad, y propiciar su apropiación por parte de los mismos (Bang y Stolkiner, 2013). Promoviendo la creación de espacios para la reflexión crítica y el pensamiento colectivo se puede fomentar la participación de los actores de la escuela como comunidad, para pensar sus problemas y posibles formas planificación e intervención sobre los mismos, considerando los recursos disponibles para poder lograrlo. Desde nuestra experiencia, resaltamos la importancia de una formación profesional que atienda aspectos específicos de la psicología comunitaria (o psicología preventiva como correlato en lo curricular) y que no apunte a la resolución de tensiones que pueden producirse respecto a otros marcos teóricos, sino a un mayor acercamiento a este “plus” y al conocimiento teórico-práctico de manera transdisciplinar, horizontal y coconstruida con la comunidad.

Citas

Bang, C. y Stolkiner, A. (2013). Aportes para pensar la participación comunitaria en salud/salud mental desde la perspectiva de redes.

Czeresnia, D. y De Freitas Machado, C. (2006). Promoción de la salud: conceptos, reflexiones, tendencias. Buenos Aires: Lugar Editorial.

D´Agostino, A. (2016). Análisis e intervención institucional: Algunas reflexiones en torno a la investigación participativa. Ficha de Cátedra.

Feo Istúriz. O., Feo Acevedo, C. y Jiménez, P. (2012). Pensamiento Contrahegemónico en salud. Maracay, Venezuela: Universidad de Carabobo.

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Publicado

2019-11-27