El cuerpo en la adolescencia
Vicisitudes propias de la contemporaneidad líquida
Palabras clave:
cuerpo, adolescencia, épocaResumen
El presente escrito se desprende de las líneas de trabajo de los dos primeros años del Sistema de Adscripción a la Docencia Universitaria en la Cátedra de Psicología Clínica de Niños y Adolescentes de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata. A su vez se enmarca en el Proyecto de Investigación “Estatutos del cuerpo en las formas actuales de presentación subjetiva en púberes y adolescentes de la ciudad de La Plata. Indagaciones preliminares” *.
La investigación pretende dar cuenta de los estatutos que tienen los fenómenos que involucran el cuerpo en el funcionamiento de las subjetividades púberes y adolescentes en la actualidad, así como los procesos de simbolización que suceden en el momento de organización psíquica. Desde este punto es que se proyecta nuestro interés por indagar las condiciones epocales que hacen al sustrato imaginario-simbólico y a las ofertas identificatorias para la construcción del cuerpo en la adolescencia. Ante todo, adultos y adolescentes somos sujetos de época. Es recurrente en estos días percibir ciertas opiniones que centran el foco en la falta de límites, en el extrañamiento con que se siente a las nuevas generaciones ya no como seguidoras y continuadoras de un orden acabado. La problemática se vislumbra, sin embargo, cuando se traen al terreno psicoanalítico y particularmente al de la clínica, opiniones que no le conciernen y que lo desbordan. Partimos de entender al discurso sociocultural como constitutivo para la organización psíquica, a partir de la función metapsicológica que cumple, en términos de Piera Aulagnier (1975), en tanto el discurso social anticipa el lugar que un sujeto se supone que ocupará en una sociedad determinada, ofertando referencias que le permitan proyectarse hacia un futuro asible.
En los tiempos que corren se ha visto desparramado, casi de modo masivo, el término “líquido” acuñado por Zygmunt Bauman (2013) para definir la forma actual de la condición moderna, dando cuenta con el mismo del proceso mediante el cual lo antiguamente sólido se derrite a la luz de una modernización obsesiva y compulsiva que se relanza perpetuamente, resultando de esta que a la manera del líquido, ninguna de las etapas consecutivas de la vida social puede mantener su forma durante un tiempo prolongado, contribuyendo de este modo a la cristalización de formas igualmente desprovistas de permanencia.
Silvia Bleichmar (2004) señala que la subjetividad está atravesada por los modos históricos de representación con los cuales cada sociedad determina aquello que considera necesario para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior. Es por ello que es el espacio en el cual los modos de clasificación, los enunciados ideológicos, las representaciones del mundo y sus jerarquías, todo aquello que Cornelius Castoriadis (1975) ha agrupado bajo el modo de “lógica identitaria”, toma un lugar central. En concatenación con esto la autora resalta de este modo el carácter estrictamente histórico que la fabricación de sujetos humanos tiene, al tiempo que se pregunta cuáles son los elementos que permanecen y cuáles sufren modificaciones a partir de las prácticas originales específicas que lo constituyen. ¿Cómo es ser adolescente en este mundo globalizado y vertiginoso? Y, a la vez ¿cuáles son las características y peculiaridades de la vida adulta en estos tiempos?
Si desde los aportes de Piera Aulagnier (Rother Hornstein, 2015) el psiquismo es una organización abierta, activa y auto-organizante desde el nacimiento, la identidad por lo tanto es proceso, búsqueda, proyecto, trayectoria y construcción. El capital identificatorio deviene y se enriquece a partir del aporte simbólico que los adultos a cargo y el entorno proveen, en última instancia, el inacabamiento con que los humanos venimos al mundo condena al recién nacido a apropiarse, nutrirse y sostenerse de los enunciados identificatorios que recibe en ese encuentro con los progenitores. Hasta hace no tantos años el adolescente estaba inmerso en una cultura de exploración de su identidad esencial y conjeturaba que su vocación debía resolverse permanentemente. Hoy ese modelo se extinguió: los adolescentes intuyen que el encuentro con su vocación va a ser con frecuencia efímero, breve o transitorio. Antes navegar era llegar a puerto, anclar en un lugar amparado; hoy lo esencial es navegar en sí, pues no hay señal alguna de que se ha de alcanzar un puerto protegido y resguardado (Rother Hornstein, 2015).
*Directora: Lic. Almagro, María Florencia. Co-directora: Mirc, Andrea Elizabeth. Tipo de proyecto: PPID. Duración: 2 años. Período: 2019-2020.
Citas
Aulagnier, P. (1975). La violencia de la interpretación, pp. 112-176. Buenos Aires: Amorrortu.
Bauman, Z. (2013). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Bleichmar, S. (2004). Límites y excesos del concepto de Subjetividad en Psicoanálisis. En Topía, 14(40), pp. 6-7.
Castoriadis, C. (1975). La institución imaginaria de la sociedad II. Buenos Aires: Tusquets.
Rother Hornstein, M.C. (2015). Adolescencias contemporáneas. Un desafío para el psicoanálisis. Buenos Aires: Psicolibro Ediciones.