El nombre propio, un significante singular

Autores/as

  • Bárbara Baetti UNR

Palabras clave:

nombre propio, sujeto, falta

Resumen

En 1964 Jaques Lacan dicta su seminario: “Problemas Cruciales para el Psicoanálisis”, en el que retoma un tema que había trabajado años atrás: el nombre propio. A partir de una investigación bibliográfica, centrada principalmente en la obra de Lacan entre los años 1961 y 1965, indagaremos sobre la función del nombre propio en el campo del psicoanálisis, distinguiéndola de la del campo de la lingüística. De este modo, el nombre propio no sugiere lo particular en lo general, al individuo en la especie,  sino que refiere a una terceridad: lo singular. La clave para acceder a esta lectura es la concepción de sujeto, planteada por Lacan, desde el discurso cartesiano. Este sujeto implica una diferencia con el “yo soy”, y apunta a un pensar que se escucha en la duda, en los tropiezos de los equívocos, en los lapsus, en los sueños, en el chiste. A René Descartes la duda metódica le posibilita la única certeza de la que se puede estar seguro: que el ser humano piensa. Lacan ubica la certeza cartesiana por fuera de la verdad, pues indudablemente el sujeto piensa, pero la verdad solo puede existir como garantía de otro; en el caso de Descartes, un buen dios. Esta otredad refiere al lugar al que van dirigidos los enunciados. La fórmula mediante la cual Descartes anuncia su descubrimiento es la siguiente: “cógito ergo sum”, que se traduce así: “pienso, por lo tanto, soy”. La escansión de la coma implica una diferencia. Abordar la problemática del nombre propio nos llevará al trabajo de un olvido freudiano, aquel que remite al pintor Luca Signorelli. En su seminario 5 Lacan lee en este olvido, al igual que Sigmund Freud, el producto  de una represión. Sin embargo, años después, planteará una diferencia: “El olvido freudiano no es un olvido, es una forma de memoria, y hasta su forma más precisa […] un hueco.” (Lacan, 1964-1965: 44).  En el análisis minucioso que realiza Freud, en Psicopatología de la vida cotidiana, sobre las asociaciones que motivan este olvido, nos encontramos con que aquello que se expulsa a través del agujero son las primeras sílabas del nombre Signorelli. Lo que Freud realmente omite es el vínculo de estas con su nombre, con su firma. El olvido freudiano le sirva a Lacan para señalar que el nombre propio va al lugar de una falta. Su función, entonces, será la de recubrir esta falta, generar la falsa apariencia de una sutura. Siguiendo a Jacques-Alain Miller (1988), en Matemas II, entendemos a la sutura como la exclusión del sujeto respecto del discurso al que, sin embargo, convoca íntimamente. La concepción de sujeto cartesiano implica hablar de una diferencia radical entre la verdad y el saber. Si hay algo que al sujeto constantemente se le escapa es la respuesta sobre su lugar como objeto de la enunciación. La verdad que lo funda queda siempre excluida del saber. Se trata de la sexualidad en tanto diferencia radical y  su relación con la muerte. Es porque esta verdad está operando que aparece un objeto con el estatuto de no reintegrado por el saber, allí se constituye el sujeto como objeto caído, y, por lo tanto, como marca de esa falta. El saber entonces no responde por el lugar del sujeto, por su verdad, y tampoco lo hace el nombre propio. Es, sin embargo, ineludible pasar por él, para encontrarse con esta falta de respuesta. Si el nombre propio es un significante singular, como plantea el título, lo es justamente porque remite a un punto de soledad, inalcanzable para el Otro, incluso para el analista.  El nombre propio hace referencia a la huella que se puede seguir para llegar a la marca del objeto que falta por estructura. Lacan plantea que lo que habla, cuando se trata del sujeto (je), solo tiene que ver con la soledad, pues es lo que insiste, es la huella que queda de la ruptura del saber, ahí donde la verdad, en tanto imposible, lo perfora: “Ella, la soledad, en ruptura del saber, no solo puede escribirse, sino que además es lo que se escribe por excelencia, pues es lo que de una ruptura del ser deja huella” (Lacan, 2015:145). Es de importancia para la práctica analítica continuar interrogando la función del nombre propio, ya que la misma nos posibilita acceder a una lectura como corte.

Citas

Lacan, J. ([1972-1973] 2015). El Seminario. Libro 20. Aun. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. ([1964-1965] 1988). El Seminario. Libro 12. Problemas cruciales para el psicoanálisis (inédito, traducción de Pio Eduardo Sanmiguel Ardila y colaboradores).

Miller, J. A. (1988). Matemas II. Buenos Aires: Manantial.

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Publicado

2019-12-06