Del psicoanálisis a la sociedad: la ética del semejante en la producción de subjetividad

Autores/as

  • Lucía Girón Universidad Nacional de La Plata

Palabras clave:

Blaichmar, ética, producción de subjetividad

Resumen

En el presente trabajo se intentará profundizar las implicancias que la ética del otro humano tiene para la subjetividad, teniendo como referencia principal lo propuesto en el modelo teórico-clínico de Silvia Bleichmar (1944-2007). Particularmente, a través de este trabajo intentaremos investigar sobre los efectos que la ética del otro tiene en tanto éste es concebido como representante de un proyecto social.

Con tales fines, se utilizan herramientas del análisis socio-bibliométrico, que posibiliten la historización intelectual y crítica, entendida como una trama no lineal de procesos y acontecimientos, múltiples, heterogéneos, parciales; con lo cual no intenta reconstruir totalidades sino producir problemas. Las complejas y variadas recepciones (Jauss, 1979) del psicoanálisis francés lo convierte en un corpus particularmente amplio como para ofrecer interés a distintos sectores del psicoanálisis argentino, siendo uno de ellos nuestro objeto de trabajo, la vía de recepción no hegemónica representada por Louis Althusser- Raúl Sciarreta y seguida por Silvia Bleichmar.

Esta investigación parte de la hipótesis que todo proceso de humanización ocurre en el marco de un intercambio psíquico, es decir, donde la intervención del otro es necesaria a lo largo de toda la vida para que se constituya un psiquismo en aquel ser biológico originario.

La encrucijada libidinal con el semejante se vuelve imprescindible para la constitución psíquica del sujeto. Bleichmar afirma que desde los inicios,

en el otro se alimentan no sólo nuestras bocas sino nuestras mentes; de él, recibimos junto con la leche, el odio y el amor, nuestras preferencias morales y nuestras valoraciones ideológicas. El otro está inscripto en nosotros, y esto es inevitable (Bleichmar, 2005: 8).

Por lo tanto, el otro humano es condición sine qua non para la constitución psíquica en general y la producción de subjetividad en particular. Indagar sobre esto último es el objetivo princeps de la presente investigación.

El intercambio inaugural es, según la psicoanalista, simultáneamente humano y social; pues el otro se expresa representando la cultura al transmitir mediante el lenguaje diversas significaciones, mandatos, representaciones sociales, ideológicas y morales a ese psiquismo en constitución. Para que la humanización se produzca entonces debe construirse un contrato social, el cual involucra los derechos y obligaciones para con el otro (Bleichmar; 2015). Por lo tanto, antes de establecer los derechos y obligaciones contractuales, debe reconocerse primero la presencia del otro como semejante[i]. Este contrato regula y define al mismo tiempo las intersecciones libidinales, sean éstas pulsionales o narcisísticas, y las distintas modalidades de producción de subjetividad que una sociedad en un tiempo determinado proyecta para sus ciudadanos (Bleichmar, 2009).

Así como hemos sostenido que, al momento de reconocerlo como semejante y anticiparlo ontológicamente, el adulto interviene ética y narcisísticamente para la constitución psíquica del niño (Girón, 2019). Esto también suscita la construcción no sólo subjetivamente[ii] sino además socialmente. Pues en la producción de subjetividad se transmiten simultáneamente proyectos sociales e históricos que definen y regulan modalidades de convivencia. Cuando el adulto reconoce éticamente en el niño un semejante humano, lo anticipa, y motiva mediante representaciones un sujeto humano en el sitio donde sólo había un ser biológico, instalando de ese modo la sexualidad y la humanidad en un cuerpo que únicamente sabía de necesidades biológicas vitales[iii]. Para que ese “plus” se instale, el adulto opera atravesado por una realidad psíquica y social: el lenguaje, las simbolizaciones ligadoras, permiten establecer los cimientos para que una subjetividad se construya.

En conclusión, es necesario que la intervención del adulto parta de considerar al destinatario de sus acciones como un semejante, alguien como él aunque distinto a él: en este doble reconocimiento se distingue posicionamiento ético, engendrado a partir de las legalidades que constituyen al sujeto. Por tal razón, para la autora:

El problema no está en el límite; está en la legalidad que lo estructura. Y hoy podemos volver a pensar cómo se constituye un sujeto que, inscripto en legalidades, sea capaz de constituir, más allá de esas legalidades, la ética (Bleichmar, 2006).

A través de este trabajo proponemos entonces re-pensar y problematizar el lugar que las legalidades tienen actualmente para la formación del contrato social que, como dijimos, demarca tanto los derechos como las obligaciones hacia el campo del semejante. Un contrato nuevo, un nuevo modo de recomponer la sociedad, no puede producirse sólo sobre la base de la confianza en la Ley sino a partir de la resignificación que cada sujeto tiene de su relación al otro, de la recomposición del campo del semejante. En esto el psicoanálisis debe volver a la cuestión de base: su función no consiste en definir el origen de la norma, sino el impacto subjetivo de la misma (Bleichmar, 2005).

De este modo, aquello respecto a la ética, al reconocimiento del otro como semejante, a la construcción de nuevas legalidades y contratos sociales surgen como las nuevas problemáticas que apremian y confrontan teóricamente al psicoanálisis. Rehusados a la posición teórica de inmunizarnos a estas nuevas demandas que conllevan la implosión del psicoanálisis, optamos por “desprendernos del lastre” para hacer-nos-las trabajar.

Citas

Bleichmar, S. (2005). La subjetividad en riesgo. Buenos Aires: Topía.

Bleichmar, S. (2006). La construcción del sujeto ético. Diario Pagina 12. Recuperado de

https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-90109-2007-08-23.html

Bleichmar, S. (2009). El desmantelamiento de la subjetividad. Estallido del yo. Buenos Aires: Topía.

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Publicado

2020-05-11